La medida definitiva de Dios

 

Pero, claro, Dios no toma sólo medidas temporales para vencer al mal; tiene una medida definitiva, como anunció por primera vez en el jardín del Edén. Cuando Adán y Eva cayeron, Dios le dijo al hombre: Habrá contienda entre la simiente de la serpiente y la tuya.

 

Habrá una lucha terrible. “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar” (Génesis 3:15).

 

Dios estaba presentando su nuevo reino. Empieza allí, en el jardín del Edén, y continúa a lo largo del Antiguo Testamento. Cristo vino “cuando vino el cumplimiento del tiempo” (Gálatas 4:4); él supuso la llegada del reino, que se mantendrá hasta el cumplimiento descrito en Apocalipsis, cuando “los reinos del mundo ha[ya]n venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo” (Apocalipsis 11:15), cuando el diablo y todas sus fuerzas, junto con todos su seguidores, sean arrojados al lago de fuego. Ese es el propósito último y el gran mensaje de la Biblia. De eso se trata.

 

Por tanto, no debemos confundir las medidas temporales y las definitivas. Dios permite que las potestades se levanten, y luego las hace caer; todo es temporal. Pero tengamos en mente el propósito último de Dios. Su reino, el reino de la luz, el reino de los cielos se acerca, está llegando, sus ciudadanos se están reuniendo. Y continuará avanzando hasta el choque final, cuando Cristo, el Príncipe de Paz y Rey de Justicia, reine sobre todas las cosas. Amen...

 

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