
Jesús transformó su incertidumbre en certeza
by César CastroLos Once estaban solemnemente reunidos, como se menciona dos veces en Hechos 1:4–6. Un aire de anticipación los rodeaba mientras se convocaban, quizás sintiendo que podría ser la última vez.
Jesús transformó su incertidumbre en certeza al instruirles sobre lo que debían y no debían hacer una vez que Él se hubiera ido. El tono de despedida era claro. Su advertencia de quedarse en Jerusalén sugería que podrían haber salido por su cuenta, probablemente deseosos de regresar a la seguridad de Galilea, sacudiendo el polvo de la ciudad donde su Señor había sido asesinado.
Sintiendo que eran ovejas vulnerables entre lobos, rodeados de fariseos, sacerdotes y oficiales romanos, era comprensible que se dispersaran como un rebaño sin pastor. Sin embargo, Jerusalén tenía una importante relevancia teocrática y era el único lugar donde los Apóstoles podían testificar de manera efectiva. Se les instruyó a suprimir su deseo natural de huir a Galilea y permanecer en una situación peligrosa. También debemos considerar no dónde estaríamos más cómodos, sino dónde podemos ser más efectivos como testigos de Cristo, reconociendo que la oposición a menudo abre puertas para un ministerio impactante.
Estos once hombres no fueron dejados para enfrentar una tarea desalentadora sin apoyo. Jesús les instruyó a "esperar" al Espíritu Santo prometido, cuya llegada habían escuchado cuando se refirió al "Consolador" en el aposento alto. Reconociendo su debilidad, sabía que eran demasiado frágiles para actuar por su cuenta; por lo tanto, se requerían silencio y paciencia hasta que recibieran el poder transformador del Espíritu.
La secuencia de promesa seguida de mandato resalta la comprensión de Jesús sobre sus limitaciones. Primero llenó sus corazones con la promesa del Espíritu antes de dirigirles hacia su misión. Esperar no es una pérdida de tiempo. Correr hacia la acción—especialmente en circunstancias desafiantes—puede llevar al fracaso. Debemos permanecer quietos hasta que sintamos esa presencia capacitadora dentro de nosotros. Simplemente espera en Dios.
Mi nombre es César y soy Una Voz en El Desierto
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