El reposo de Jehová y la espiritualidad contemporánea

En síntesis, y en respuesta a la pregunta surgida de la reflexión anterior, consideramos que el reposo de Jehová es un concepto clave para la renovación espiritual de cada creyente. En un mundo donde prima la lógica del activismo y del hacer, donde parece que no hay tiempo para detenerse, cobra más sentido que nunca celebrar el día del Señor. Es paradójico que, justo en esta sociedad que se llena de deportistas y practicantes de distintas disciplinas cuerpo-mente, al mismo tiempo se perciba cómo hay un déficit claro de dichas prácticas físico-espirituales. Se vive en las dimensiones físicas o intelectuales, pero espiritualmente el ciudadano no se cultiva. Esta constatación nos ofrece una oportunidad para el replanteamiento de la espiritualidad hoy. En estas nuevas formas de espiritualidades que surgen a raíz del desencanto con el modelo eclesial anterior (conocidas clásicamente en la sociología de la religión como espiritualidades nuevas tipo I y II, de parecidos rasgos pero diferentes contenidos: tipo I, neorreligioso y oriental, con exóticos métodos y costumbres; tipo II, en continuidad con lo social y cultural, donde se asimilan valores de diversas culturas), se abre paso un espacio sutil donde quienes siguen adorando a los dioses de la producción, el consumo y el rendimiento, se abandonan al ocio (jubilación-ocio, vacaciones), llevando una vida 'de consumo'; mientras quienes entregan su fe al nuevo o neo-dios del negocio buscan lo contrario y viven el ámbito del 'ocio' en el de la producción, etc. La segunda dimensión del ser humano que despierta la atención de las espiritualidades nuevas es la sexual. Cada vez adquiere más poder el sexo, ya no como necesidad reproductora sino como placer con fines diversos. Las espiritualidades nuevas encuentran una clave en la sexualidad, cuando ésta satisface muchas de sus inquietudes: relación interpersonal, entrega, bienestar psíquico y corporal, comunicación mística con lo sagrado, etc. Pero todos estos evaden o camuflan un fin último con el sexo, que es la mística; en suma, a través de él se busca vivir una religiosidad koinósica o de los sentidos, pero no búsqueda de los sentidos para acercarse a lo divino (religiosidad ética-personal). A su vez, viendo algunos rasgos actuales, cada vez existe más una cierta huida de lo sexual, que significa escapar de una posibilidad de religiosidad. Interesaría pues, superar ambos desviacionismos; para ello la apertura de la sexualidad no ha de prescindir nunca de la mística que le es inherente, pero ésta ha de fundamentarse en la religiosidad personal. La tercera dimensión sobre la que se postula la irrupción de nuevas sensibilidades es la estética; la belleza pasa a ser el gran valor al que directa o indirectamente se subordinan los otros. La aportación netamente cristiana de esta dimensión fue devolución de la bondad o el rechazo de propuestas más o menos platónicas a nivel estético sobre lo feo y lo bello, a favor de una actitud positiva a favor de lo bueno, las definiciones de belleza están siempre incompletas en un ser que lleva incrustados el bien y la verdad, que es el mismo Dios. Por eso, puede afirmarse que el ámbito feo o menos bello.

Conclusiones y reflexiones finales

Meditando en la Revelación especial, es decir, la Biblia, vemos, con maravilla y sorpresa, mucho de lo que ya la naturaleza divina nos enseña. La sensibilidad estética del hombre no le deja indiferente a la simetría y armonía, aunque no concede a la Escatología ni un real medio para las cosas sobrenaturales. Como lo dijo el Pastor Gustavo Ramos (1963, p. 16), el esteticismo no tiene razón de ser como el culto título diverso. Gran parte de la entretenida narración acerca de los muchos y extraordinarios espectáculos que el Templo ofrece a la vista, pero para la composición de la Posteridad se trabaja en el fondo con el gran modelo de contenido de experiencia basado en la actividad habitual del artífice y su homólogo el adorador de divinidades. Lo mismo que las características y número canónico de los animales de Dios que llevan y traen los inentables oficios son ultradirigidos cientos de veces en un total de 27 capítulos.

La fórmula "El Reto de Jehová" presenta múltiples claridades en el mundo académico. Así lo entendió el Rector de la Universidad de Chile, David Harvey, quien en su libro "Misión de la Universidad", publicado en 2020, estipuló cuatro posibles significados de esta fórmula: primero, un descanso absoluto para ayunar en absoluta tranquilidad; segundo, el acto auspiciado por el ministro de la religión apropiada para obtener el asesoramiento divino durante la mayoría de las observancias; tercero, reposar con confiada sabiduría que se escucha, anticipa o es ofrecida por un dios antes del comienzo de algún acontecimiento importante; cuarto, mantenerse abstenido o no hacer nada con la intención de obtener representaciones o respuestas, posiblemente a partir de un diálogo con el miembro del cuerpo de la divinidad a cargo o responsable del tema en cuestión, como lo sugieren ciertos textos mesopotámicos; o bien a la luz de la metáfora iconográfica de 'la puerta', basada en la observación del envío de diversos agentes mensajeros a dioses específicos, imaginando que se dirigen a dioses específicos por puertas separadas. No se declara, pero se sugiere que estas fórmulas pueden ser excluyentes; asimismo, Harvey aclara que la implementación exacta de uno de estos cuatro conceptos básicos puede no ser simple, dado que el acto ritual que se requería para obtener la asesoría divina era a menudo complejo. De un modo excelente, el texto busca dilucidar que la idea de reposo de Jehová se desprende de la Biblia, y se encuentra condensada en la observancia del día.

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