Confía en el Dios que Se Preocupa por Ti Parte 2

 

El apóstol Pedro les dijo a los creyentes que sufrían que echaran “toda [su] ansiedad sobre él [Dios], porque él tiene cuidado de [ellos]” (1 Pedro 5:7). 

 

Por donde quiera que mires en la Biblia, Dios le da a su pueblo imágenes que describen las maneras en las que se ocupa por su pueblo. Según el Salmo 91, Dios es nuestro refugio y fortaleza, nos salva de nuestros enemigos, nos protege bajo sus alas y nos ayuda a no temer, porque está con nosotros cuando lo invocamos. 
 

Hebreos 7:25 afirma que Dios puede salvar a aquellos que se acercan a él. En Isaías 40:11, descubrimos que Dios nos cuida como un pastor amoroso, tomándonos en sus brazos, llevándonos cerca de su corazón y guiándonos con delicadeza. Incluso en medio de valles de sombra de muerte, no debemos temer mal alguno, porque Dios está con nosotros (Salmo 23:4).
 

 ¡Dios realmente se interesa por sus hijos! La próxima vez que estés lleno de miedo, en vez de intentar resolver todo solo o enfrentar tus temores por tu cuenta, acude al Señor que se preocupa por ti y pídele ayuda.
 

No solo a veces tememos que Dios no se interese en nosotros o quiera lo mejor para nosotros, sino que, por momentos, tememos que no sea lo suficientemente grande o poderoso como para intervenir. 
 

Isaías 40 utiliza un hermoso lenguaje para ayudarnos a entender cuánto más grande es Dios que nosotros, y describe cómo sostiene el mundo en su mano, llama a las estrellas por nombre y da fortaleza al cansado. La próxima vez que tengas miedo o estés preocupado, ve afuera y mira las estrellas. Recuerda que el Dios que creó las estrellas y conoce sus nombres se interesa por ti.
 

La mejor cura para la ansiedad es aprender a confiar en este Dios que es lo suficientemente bueno como para interesarse en tu temor más complejo, y lo suficientemente grande como para librarte de cualquier mal que pueda dañarte. 

 

Esto no significa que nunca te vaya a pasar nada malo. Pero, en Cristo Jesús, Dios se ocupó de nuestro peligro más grande y real —la separación de él (Romanos 6:23)— y nos libró de nuestro sufrimiento. Cuando luches con el temor y la ansiedad, recuerda que Dios está contigo y a tu favor, y que planea usar tu sufrimiento para ayudarte a experimentar su amor de manera aun más personal (Deuteronomio 8:2–3), mientras te ayuda a parecerte cada vez más a Cristo (Romanos 8:28–29).



 

Buscar a Dios Primero

 

Jesús afirma que el cuidado de Dios por las flores y las aves no es nada comparado a la manera en que se ocupa de nosotros (Mateo 6:25–34). 

 

La próxima vez que veas un ave, detente y piensa en cómo Dios le provee alimento. La próxima vez que veas una flor, detente y piensa en cómo Dios la viste. 

 

Jesús utiliza estos ejemplos sencillos para mostrarnos que la vida se trata de mucho más que las cosas que nos preocupan, como la comida y la vestimenta, o incluso que si se suplen nuestras necesidades de la forma que mejor nos parece. 
 

Jesús nos invita a buscar primero a Dios, su reino y su justicia, y a confiarle nuestra vida y nuestros problemas a él.
 

Cuando nos abruma la ansiedad, en general estamos haciendo lo opuesto. Nos estamos preocupando por nuestra vida, y nos angustia que las cosas no vayan a salir bien. 

 

Intentamos resolver cómo estar a cargo, porque no confiamos en que Dios proveerá lo que creemos que más nos conviene. En cambio, intentamos ansiosamente resolver cómo cuidarnos solos, convencidos de que sabemos qué es lo mejor. 

 

Pero incluso mientras lo hacemos, en el fondo sabemos que no somos ni lo suficientemente fuertes ni sabios como para resolver nuestras vidas solos. Es mucho mejor acudir a Dios y pedirle ayuda.
 

Esto es exactamente lo que Pedro nos insta a hacer. Justo antes de indicarnos que dejemos toda nuestra ansiedad sobre el Dios que se ocupa de nosotros, nos llama a humillarnos y a permitir que Dios esté a cargo (1 Pedro 5:6). 

 

Saber lo bueno que es Dios y que puede establecer un plan perfecto para nuestra vida nos permite arrojar nuestras ansiedades sobre él, en vez de intentar cargar con todo nosotros solos. 

 

Confiamos en que nos ama y hará solo lo mejor para nuestra vida. El objetivo de Satanás es intentar convencernos de que Dios es un acumulador que se niega a compartir y que se guarda todas las cosas buenas para sí. Pedro nos insta a ir en contra de este propósito de Satanás, humillándonos lo suficiente como para estar dispuestos a recibir el plan de Dios para nuestra vida, incluso si eso implica sufrir. 

 

El pasaje termina con un recordatorio de que el Señor es todopoderoso y tiene el control supremo sobre nosotros y nuestra vida, ahora y siempre. Podemos confiar en él en medio del sufrimiento porque él mismo nos perfeccionará, afirmará, fortalecerá y establecerá (1 Pedro 5:10).

 

Como amado hijo de Dios, tienes acceso a toda clase de asistencia que te ayudará a entender y a resolver tu ansiedad. El Espíritu Santo viene a vivir en tu interior para darte poder para vivir una vida piadosa y ayudarte a entender la Palabra de Dios (Ezequiel 36:27; 1 Corintios 2:10–13). 
 

Jesús mismo ora por ti a la diestra de Dios, garantizando que seas más que un vencedor mientras te esfuerzas para abrirte paso por la vida y seguirlo de una manera auténtica. En Cristo, nada puede separarte del amor de Dios (Romanos 8:34–39). 

 

Además, te ha unido con otros creyentes a través de su muerte y resurrección, para que juntos puedan entender su amor de manera más plena y ver con mayor claridad cómo vivir en medio de las luchas (Efesios 2:18).

 

Mi nombre es Cesar y soy una voz en el Desierto.

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